miércoles, 14 de junio de 2017

Grabado I - Repaso por todos los trabajos



Todos y cada uno de estos trabajos realizados a lo largo de la asignatura de Grabado I, en el curso 2016/17, giran en torno a un mismo tema: La agorafobia y lo que ello ha significado en mi vida. Hace tiempo escribí una entrada hablando largo y tendido sobre dicha experiencia, por lo que no me voy a detener en explicarlo demasiado.
Citando el artículo de la Wikipedia sobre esto:
"La agorafobia es un trastorno de ansiedad que consiste en el miedo a las situaciones cuya evitación es difícil o embarazosa, o donde no se puede recibir ayuda en caso de sufrir una crisis de pánico. Un ataque de pánico o crisis de ansiedad consiste en un cuadro clínico caracterizado por el aumento de la frecuencia cardíaca, elevación de la presión sanguínea, respiración agitada, sudor, sensación de ahogo, mareo, temblores y despersonalización.
El trastorno se genera probablemente por alguna experiencia negativa por parte de la persona, quien al evitar las situaciones parecidas está desarrollando un mecanismo de aprendizaje que hace permanecer el problema."
Durante uno o dos años sufrí este trastorno. Yo para entonces estudiaba otra carrera pese a que Bellas Artes era lo que deseaba hacer. Finalmente, gracias a esa horrible experiencia descubrí qué era lo que de verdad quería hacer en mi vida, luché por ello y aquí estoy, hablando sobre el tema y las diferentes consecuencias que ha tenido en mi vida en estos trabajos.


  • ·         Poesía Visual:                                 Sayōnara (さようなら)
  • ·         Estampa de emociones:               Alegría y Miedo
  • ·         Xilografía:                                      Tricotilomanía
  • ·         Linografía polícroma:                  Pifia
  • ·         Punta Seca:                                    Ambición
  • ·         Collagraph:                                    Agorafobia




Poesía Visual: Sayōnara (さようなら)

Sayonara es la abreviatura de sayonaraba, palabra que antiguamente significaba “por cierto…", "De hecho tiene que ser así…”. Es un nuevo comienzo, un “continuará…” al final de una historia.
Cronológicamente se puede colocar al final de la historia de este trastorno, ya que sería una despedida a esa etapa, un cierre a un momento de mi vida para dar comienzo a uno nuevo. La caligrafía se ha realizado con plumas estampadas que parecen ser sopladas por el viento, marchándose a modo de metáfora de miles de cosas que ocurrieron aquellos años.

Estampación monócroma manual de unas plumas. Papel fabriano Rosaspina

 

 Estampa de emociones: Alegría y Miedo.

Para este ejercicio debíamos hacer dos monotipias xilográficas, cuyo lenguaje fuera la abstracción y que representaran dos emociones o la misma. Mis alternativas fueron dos opuestos, la alegría (de vivir) y el miedo (de vivir).
La alegría simula esos colores del cielo y que vemos a través de la ventana en un viaje de vuelta en coche. Las luces de los coches y la ciudad a lo lejos son ejemplificadas en rectángulos blancos, aunque en un principio iban a ser amarillos.
El miedo no es más que un pequeño punto al que parece echársele el mundo encima. Las líneas giran a su alrededor, agobiándolo. Es un pequeño ser paralizado ante el pánico.


Estampación polícroma manual. Papel japonés
Estampación monócroma manual. Papel japonés
 

Xilografía: Tricotilomanía

Una de las peores consecuencias de la agorafobia -la cual incluso hoy aún persiste- es la tricotilomanía. Sobre ella también hablé hace años al descubrir que padecía esta enfermedad. Citando a la Wikipedia una vez más:
"La tricotilomanía es un hábito o comportamiento recurrente e irresistible dirigido a arrancarse el propio cabello o los vellos de distintas zonas del cuerpo. Puede definirse como un trastorno de la conducta que puede llegar a manifestarse en un arrancamiento compulsivo del pelo, produciendo desde pequeñas pérdidas de cabello hasta calvicie severa. También puede llegar a relacionarse con la tricogafia, que consiste en el hábito de mascar o ingerir el cabello, produciendo obstrucciones severas (tricobezoar) en el aparato digestivo. Este mal lo sufren 4% a nivel mundial.
En el manual DSM-IV está clasificada como un trastorno del control de impulsos junto con la piromanía, la lupe y la cleptomanía, ya que el paciente sufre una sensación de tensión antes de arrancarse el cabello y una gratificación o alivio una vez que lo hace. Algunos individuos con tricotilomanía podrían no presentar la situación antes descrita, ya que no se dan cuenta de que se están arrancando el cabello, o bien, pueden negar dicha condición. Existen hipótesis que señalan que la tricotilomanía podría ser un trastorno obsesivo-compulsivo"
Soy tricotilomaníaca desde muy pequeña, unos 7 años quizás, no recuerdo. Tan solo recuerdo ir a lo que hoy sé que era un psicólogo a hablar de algo que, para mí, era secreto: me arrancaba los pelos de las cejas y pestañas constantemente, hasta el punto de no tener ninguna y parecer enferma. Hacer amistades en el colegio se complicó con todo aquello, pero por suerte, sobre los 16 años, en plena adolescencia, empecé a dejar de arrancarme el pelo, pero volví a caer cuando empecé con la ansiedad, al no lograr entrar en la carrera que deseaba: Bellas Artes. Desde entonces no solo arrancaba cejas y pestañas, también empecé a arrancarme el pelo de la cabeza, un pelo que desde niña había cuidado con mimo, queriendo tenerlo largo, larguísimo, que no quería cortarme nunca. Por desgracia, aún hoy me sorprendo a mí misma arrancándome y hasta mascando el pelo de mi cabeza. Tengo la mitad de cantidad de pelo que hace unos tres o cuatro años y alguna calva que intento ocultar con gorros o coletas. Francamente, a veces no quiero ni mirarme en el espejo con miedo a encontrar calvas nuevas.
Lo más complicado de todo esto es sin duda el no ser consciente del acto de arrancarse el pelo. Es un estado de inconsciencia en el que el que lo padece muchas veces no sabe qué está haciendo hasta que es avisado. Es un estado de trance en el que el pelo me controla a mí. Esa es la idea que quise reflejar en este trabajo.
Largos mechones de pelo hacen de cadenas que callan y manipulan a su antojo a la chica, quien o puede hacer más que contemplarse a sí misma en ese estado sin poder hacer nada. De fondo, lo que parecen unas letras. Desde niña he tenido una especia de "idioma secreto" donde cada letra es un pequeño símbolo compuesto por rayas y puntos. He querido retroceder en el tiempo a ese momento en el que de cría comenzó todo, escribiendo verticalmente lo siguiente en ese lenguaje: "Trastorno obsesivo compulsivo. Estado de arrancarme a mi misma. La vieja tricotilomania. Yo."

Estampa monócroma con tórculo. Papel fabriano Rosaspina
Estampa monócroma manual. Papel japonés
Estampa monócroma con tórculo iluminada con acuarela. Papel fabriano Rosaspina


Linografía polícroma: Pifia

El rol fue una de las cosas que me salvó en aquellos años. Los role plays, aquellos juegos de mesa donde unos pocos frikis se reúnen en un salón a tirar dados y luchar contras bestias invisibles, con el único poder de su imaginación. Jugar este tipo de cosas me ayudó a salir de casa en busca de aventuras en mundos fantásticos, a vivir para algo, para unos personajes de mi cosecha de los que aún hoy estoy enamorada.
La terminología en este mundillo es amplia, pero siempre me ha hecho especial gracia una palabreja: Pifia. Las acciones de los personajes se deciden por la voluntad del jugador que lo maneja, pero es el dado de veinte caras el que determina si esa acción resulta triunfal o catastrófica. Por poner un ejemplo, si tu personaje quiere saltar un río, si lanzases el dado y sacaras un 20, no se mojaría en absoluto, y caería con gracia y elegancia, mientras que un 1 en el dado, lo mínimo, significaría no solo que no logra saltar el río, sino que además se empapa por completo y seguramente se haya hecho daño en el intento. Un 20 es lo llamado crítico, un 1 es una pifia.
La gracia de esta linografía es esa tirada que en algún momento realicé y que hizo que mi vida cayese en picado en numerosos aspectos.
Colores planos y vivos representan mejor ese mundo de juegos y alegría que representa el rol para mí. El dado, rojo, es lanzado contra una posible mesa, golpea en destellos azules y marca la cara menos deseada en color amarillo.

Estampación polícroma con tórculo. Papel Hahnemühle



Punta seca: Ambición

Desde hace unos años tengo debilidad por el girasol. Por su simbología, siento esta flor como la flor del coraje, de la determinación, de la lucha por buscar un bien, una luz en la oscuridad, es la flor de la ambición. Una flor que nace del pecho y crece hacia la mente, una ambición que, como el girasol, busca siempre la luz del Sol.
Es el sentimiento que más me llenó cuando, por fin, decidí dejar todo atrás para retomar la vida que en algún momento había perdido.
Una vez más, una chica, pero esta vez está en calma, no parece pensar en nada salvo en el olor de la flor, en cómo irradia energía positiva en forma de luz. El pelo cae con naturalidad, unas largas pestañas cierran sus ojos, bajo unas pobladas cejas. Es totalmente contraria a la estampa de la tricotilomanía.


Estampación limpia. Hahnemühle
Estampación con velo. Papel Hahnemühle
Estampación a la poupeé. Papel Hahnemühle

Collagraph: Agorafobia


No podían cerrarse los ejercicios sin al menos haber hablado del problema en cuestión una única vez.
Es sin duda la idea más complicada para representar. Tenía muchas cosas que contar en una sola imagen, debía quedar lo más claro posible incluso sin leerse el título, por lo que estuve dándole vueltas durante varias semanas hasta que, un día, fuimos toda la clase en el taller de la asignatura a una exposición de grabado en el Museo de Bellas Artes de mi ciudad, Sevilla. Allí hubo una obra que me llamó especialmente la atención, como no, del genio Francisco de Goya. Disparate de bestia presenta una imagen gris, con varios tonos más oscuros hasta negro, donde destaca una figura de un elefante a contraluz gracias a la blancura del lago en el fondo. La imagen me impactó, y supe en seguida que ese era el efecto que quería para mi trabajo.
Nuevamente una chica, con un contraste potente de luces y sombras en su rostro, donde apenas apreciamos un ceño fruncido y una cara chupada, delgada, enferma de poco comer y poco dormir. De fondo, una ventana cerrada con forma de casa ilumina y contornea la figura, como el lago lo hacía con el elefante.

Estampación monócroma en hueco con tórculo. Papel fabriano Rosaspina